20.2.11

El Chaplin de la semana




Domingo. Ciudad de Córdoba, Argentina...
¿Por qué será que los domingos son son tan aburridos?

Estaba pensando cómo eran los domingos de antes...aquellos en los que nada me preocupaba, nada me molestaba, todo me divertía, todo era distinto.

Recuerdo que cuando era chica esperaba ansiosa el fin de semana, porque esos dos días (sábado y domingo) me regalaban mucha alegría. El sábado no significaba tanto; lo mejor de aquellos días llegaba con el domingo. Domingo. El domingo no había clases, no tenía actividades extra colegiales, no practicaba ningún deporte, mamá y papá no trabajaban y tenían más tiempo para jugar conmigo; el domingo era el día en que uno se relajaba. Mi abuela decía ( y aún hoy lo sostiene): "El domingo no se hace nada". Tenía razón. Ese día de relax dormía toda la mañana (¿a qué chico no le gusta dormir toda la mañana?); al mediodía se juntaba toda la familia en la casa de mis abuelos a comer esos ricos tallarines caseros (¡con mucha salsa!) y a compartir momentos familiares. El domingo era el día en que mi primo volvía de Rosario y compartía conmigo horas y horas de juegos y diversión. Los domingos de sol íbamos a comer asado al campo. Por la noche cenábamos en la casa de mis abuelos, mirábamos algún que otro programa de TV. y así se acababa el fin de semana. Cuando era chica disfrutaba el día domingo.

Cuando estaba en el secundario también ansiaba la llegada del fin de semana, pero tenía otros motivos. El sábado era muy importante; era sinónimo de salidas con amigos y diversión asegurada. Y el domingo...el domingo era el día de descanso. El domingo a la mañana me recuperaba de la joda del día anterior; al mediodía almorzaba en lo de mis abuelos y a la tarde volvía a reunirme con mis amigas/os: "vuelta al perro" y charlas en alguna casa (generalmente era siempre la misma casa). Charlas, mates, chismes, risas. Y otra vez comenzaba la semana.

Un tiempo después decidí venir a estudiar a la Docta. Acá los domingos no son tan lindos; acá el día domingo se vive distinto. Muy pocas veces duermo hasta el mediodía. Ahora ya no voy a comer a la casa de mis abuelos; a mi primo y a mis amigas/os ya no los veo tan seguido como antes. Ahora, en vez de tallarines caseros, como eso que se encuentra en las góndolas de los supermercados...Y asado...¿asado?, ¿qué es eso? ¡Ah, sí!, es ese olorcito que se siente el domingo al mediodía en alguna calle de Nueva Córdoba. En el departamento no se puede comer asado. "El domingo no se hace nada", decía mi abuela; ahora no estoy tan convencida de eso. Yo aprovecho el último día del fin de semana para limpiar, lavar ropa, hacer la compra semanal; en fin, el domingo hago todo lo que no llego a hacer los otros seis días. Y hay una actividad más que ahora hago y que antes estaba completamente prohibida en mis domingos: estudiar; sí, ahora los domingos son de estudio... ¿Quién lo hubiera pensado?
Depresión...
Los domingos me deprimen, porque ya no son lo que solían ser...

Aburrimiento...
Los domingos me aburro...

Tristeza...
¡Qué tristes son los domingos!

Tal vez la clave esté en recuperar la vitalidad de la niñez y mezclarla con un "toque" de la jovialidad del secundario. Habrá que ponerlo en práctica y comenzar a mezclar ingredientes...
El domingo es un día más de la semana, no puede ser tan distinto a los demás...


18.2.11

Y bueno...parece que después de taaantos años sin entrar al blog a uno se le da por volver y empezar una nueva etapa... Próximamente estaré bloggueando nuevas cosillas; los mantendré al tanto... Saludos! :)