12.10.11

Mezcla de sosiego y vorágine

Siempre el mismo recorrido, las mismas calles, las mismas casas, los mismos autos, los mismos negocios, la misma gente. Siempre, desde hace mucho tiempo.

Camina unos pasos, llega a la esquina, cambia de calle y comienza a recorrer la calle de la gran pendiente; en lugar de bajarla, la sube, por lo que tiene que realizar un esfuerzo para seguir caminando.

               s 
                                                                                     e      t
                                                                                   u           a,
                                                                                c                pero
                                                             pendiente                   uno  
                                                           la                                           termina    
                                                   Subir                                              acostumbrándose.

En la calle de la pendiente sabe que encontrará al señor que usa chaquetilla anaranjada y cuida los autos. Un señor petisito que causa mucha ternura; tiene cara de hombre noble. Siempre come sentado en un cajón de madera, sí, el mismo cajón de madera en el que se guardan las frutas. Usa una gorra para protegerse del sol. Todos en la cuadra lo conocen. Si pasás a la mañana, lo vas a ver hablando con el encargado de uno de los edificios y con el señor de la oficina. Siempre se juntan los tres a charlar e intercambiar opiniones sobre distintos temas: clima, fútbol, política, noticias internacionales, chismes del barrio... Nunca los escucharon hablando de mujeres...

Sigue caminando y llega a la otra esquina, por suerte acá se termina la pendiente. Cruza la avenida y camina por la calle que la corta. Cuando llega al semáforo, percibe la locura de la ciudad. En la cuadra de la pendiente todo era tranquilidad y silencio. No pasaban autos, no se escuchaban bocinas, no pasaba nada de todo eso...




                                                                                        

6.10.11

Hoy: Buscar departamento

Bueno, la cosa es así... resulta que se me vence el contrato a fin de mes y, después de haber renovado varias veces el papelito que certifica que me quedaré en el inmueble, decidí mudarme. Más adelante explicaré el motivo.

Daia: - Hola. (Al Sr. Diariero del puestito de diarios y revistas de acá a la vuelta).

Sr. Diariero: Hola. (Acto seguido: mirada expectante).

Daia: - Eeehh, ¿tiene La Voz?

Sr. Diariero: - Sí.

Daia: - Bueno, lo llevo.

Pago y me voy a mi casa esperando sentarme tranquila con una birome roja en la mano (la birome roja resalta en los clasificados, casi tanto como las correcciones de los profes en los exámenes; ¿la birome roja te da poder? Me fui por las ramas). Bueno, como decía, espero sentarme tranquila con una birome roja en la mano y comenzar a leer varios avisos de los que gentilmente ofertan sus propiedades.

Leo uno, otro, otro, otro, otro, otro y otro más... Y sigo leyendo.

(Nota: Leer los clasificados te lleva tanto tiempo como leer blogs; la diferencia está en que no es el mismo entretenimiento, pero por lo menos leyendo los avisos chiquititos, chiquititos del diario -¿Por qué el tamaño de la letra es tan microscópico? ¿Seré la única que fue privada de la visión sin ayuda?- uno se entera de lo que tienen los que ofertan, de lo que piden, de lo mucho o poco que puede entrar en un inmueble y, lo que a mí más me llama la atención es la cantidad de HORRORES ortográficos que tienen los que intentan convencerte de vivir en su propiedad: a esos ni los marco, por más que sean los mejores dptos. Aviso con errores = dueño que no merece mi colaboración monetaria a fin de mes).


Después de marcar los que más te convencen, empieza la verdadera odisea: llamar a cada uno, preguntar cuánto piden por el alquiler, cuánto se paga de expensas, cuánto de impuestos y un par de cositas más que te interesen saber.

Primera llamada:

Daia: - Hola, sí, mirá te llamo por un dpto. en (calle en la que está ubicado).

Receptor: - Ya está alquilado.

Tu, tu, tuuu...

Muy amable el Receptor de la primera llamada. Si empezamos así...

***

Segunda llamada:

Daia: - Hola, sí, mirá te llamo por un dpto. en (calle en la que está ubicado).

Receptor: - Sí, bueno, te cuento... Blah, blah, blah... (Te piden mil cosas que son imposibles de pedir para ese dpto. de morondanga).

Daia: (Quedátelo nomás ¿sabés?, lo vas a alquilar el día que las vacas vuelen, ¡Payaso!)

***

Miro el diario, miro mi cuadernito en donde tengo anotados los dptos. que conseguí mientras caminaba mirando hacia arriba, tratando de detectar un cartel con la frase "Se alquila" seguida de un par de números que indicaban el teléfono al que tenía que llamar. Sigo mirando las anotaciones en rojo, los círculos... Miro y no veo nada. No me decido, todos me parecen lo mismo. Ya no me dan ganas de seguir buscando. En ese momento me invaden unas ganas terribles de quedarme en el mismo dpto. de hace años.

***

Ya perdí la cuenta de las llamadas, pero acá va otra.

Daia: - Hola, sí, mirá te llamo por un dpto. en (calle en la que está ubicado).

Receptor: - Ah, sí, sí, bueno ese tiene blah, blah, blah... Por mes sería blah, blah, blah...

Daia: - ¿Podría verlo?

Receptor: - Sí, mirá a ese lo estoy mostrando a las (hora).

Daia: - Bueno a esa hora estoy ahí.

Receptor: - Listo, nos vemos ahí. Chau.

Daia:  - Chau. (Al fin puedo ver alguno).

Y este es el momento en el que te llenás de dudas y empezás a pensar que el dpto. debe ser una porquería o debe tener algo ¡¡¡porque encontraste uno para ver!!! Pero vas igual y decís: "No, seguro que le entregaron la llave hace poquito y por eso todavía nadie lo alquiló".

Acá empieza la segunda odisea: entrar a todos los edificios a los que te mandan, tratar de chusmear lo que más puedas del edificio y detectar qué tipo de personas viven ahí y si tiene o no problemas de agua, luz, humedad, espacio, ruidos, perros, viejos ortivas que no quieren vivir en el mismo piso (y hasta en el mismo edificio) que los estudiantes, seguridad, luz solar, ventilación, antigüedad y podría seguir pero son tantas las cosas que uno tiene que tener en cuenta cuando busca un nuevo techito que me estreso de sólo pensarlo.

Vuelvo a preguntarme por qué se me ocurrió mudarme y recuerdo que hace un par de años decidí irme a vivir sola (no dije "independizarme", dije "vivir sola"; léase que decidí no vivir más con una amiga y quise "armar rancho aparte"). Muy linda la convivencia conmigo misma, pero eso lo comentaré en otra entrada. Este año cambiaron un poco las cosas y, debido a que mi hermana comenzó su vida universitaria, dejé de vivir sola. El dpto. quedó chico para las dos y mis viejos aceptaron no renovar más el papelito. "Busquen otro dpto.", dijeron. Y por la segunda persona plural del modo imperativo, entiéndase la segunda persona singular del mismo modo cuyo sujeto es "Daia". (Debe ser la responsabilidad que tienen los  hermanos mayores).

Seguimos en la búsqueda... Ya encontraremos algo.

-Todavía tienen unos días hasta que se venza el contrato), dijo Eze, un chico de una inmobiliaria.

Lo miré y pensé: "¿unos días?, ¡¡¡unos díaaaassss!!!" Eso significa que la odisea no se termina, que continuará por "unos días" más...

AVISO: Buscar departamento NO es tarea fácil. #yoteavisé



5.10.11

It's a fact!



El tiempo que uno pasa leyendo las palabras que un (des)conocido escribe en un blog, 
¡NO es tiempo perdido!



¿Habrá sucedido? Tal vez en algún lugar, en algún momento

Hace mucho tiempo, ella y él eran amigos, muy buenos amigos.

Los que saben, cuentan que ella, con el tiempo, llegó a enamorarse de él. Él siempre lo negó; decía que eso no podía ser posible, que sólo eran amigos. Ella sabía que no podían ser más que eso: amigos. La amistad no era un problema; para ellos ser amigos estaba bien (y más que bien también).

Ambos disfrutaban su amistad, se llevaban muy bien. Disfrutaban esas conversaciones en las que intercambiaban saberes culturales. Ella era más grande que él y sabía muchas cosas que él desconocía. Podría decirse que ella era su profesora en cuestiones culturales, aunque esa frase suene medio cursi. Él era muy alegre, tal vez no haya sido tan cultural como ella, pero disfrutaba mucho (muchísimo) de sus charlas. Su espontaneidad le robaba sonrisas a ella. Disfrutaban mucho estando juntos. Inventaban apodos y palabras (hasta podría decirse que tenían su propio idioma); intercambiaban ideas, saberes culturales, conocimientos; leían; cantaban (ella tocaba la guitarra, él le ponía letra a esas simples melodías); se complementaban; compartían más de lo que comparten los amigos.

Se acompañaban en todo momento, se hacían muy bien...

***

Pasaron los días, los meses y los años. Dejaron de verse. Crecieron. Se volvieron adultos (no, viejos no, adultos). Cada uno siguió con sus vidas, con sus cosas.

No viven más cerca. No se juntan más a charlar sólo porque sí.

De vez en cuando se escriben algún que otro mail: "Hola, ¿cómo andás?, ¿qué es de tu vida?" Un par de líneas sobre la rutina de cada uno. "Un beso muy grande. Cuidate. Te quiero mucho. Espero verte pronto".

***

Él la extraña, ella no lo sabe. Él tiene ganas de que se vuelvan a juntar y de que compartan la cotidianeidad del pasado, aunque sea por un día. Aquella era una amistad muy linda y muy distinta a la que ambos habían tenido y tienen con otras personas.

¿Volverán a juntarse? Tal vez en algún lugar, en algún momento...

4.10.11

Eternal Sunshine of a Spotless Mind (*)

A veces quisiera no pensar tanto en vos, no recordar lo que fue y no soñar con lo que podría haber sido...

Mirar tus fotos no me ayuda a pagar la realidad.

Aquellos momentos que alguna vez iluminaron mi corazón y mi alma, hoy son recuerdos que entumecen todo mi ser.

Es triste saber cómo algo tan hermoso puede desvanecerse de la noche a la mañana (aunque, en realidad, se sabe que eso no se acaba de la noche a la mañana; es un proceso, claro, pero uno se encuentra sin la otra persona de la noche a la mañana. Y lo peor es que uno pone todas las expectativas, los planes , los sueños en la otra persona; bueno, en realidad, uno sueña junto con la otra persona, planea junto con la otra persona).
       
                                           Y de golpe t
                                                                  o
                                                                   d
                                                                     o
                                                                     se
                                                                        d
                                                                          e
                                                                           s
                                                                            m
                                                                              o
                                                                                r
                                                                                 o
                                                                                   n
                                                                                    a,
                                                                                      ya no queda nada...

Es parte de vivir, es parte de amar, es parte de crecer...

Si tan solo pudieras regalarme un ratito de tu tiempo y escuchar lo que tengo para decirte... Te agradecería muchas (muchísimas) cosas, te putearía por otras tantas cosas, te abrazaría, te miraría a los ojos y buscaría a aquella persona que yo conocía como la palma de mi mano, buscaría a aquella persona que conocía más que a mí misma, pero...¿te encontraría? Ya no espero encontrar a ese chico adolescente por su edad pero adulto por su forma de pensar y vivir la vida. Sé que hoy encontraría lo opuesto: un adolescente en cuerpo de adulto.

De una cosa estoy segura: encontraría la mirada de niño bueno, de joven noble y confiable, de adulto amable y tranquilo. Esa tranquilidad tan típica tuya. Esa paz que yo tanto admiraba. A VOS te admiraba.

Hoy ya no hablo con tristeza;
hoy ya no digo: "Cuánto me cuesta superar todo ésto";
hoy hablo desde los recuerdos...
Ya no siento bronca;
ya no busco respuestas que aclaren mis preguntas (retóricas);
ya no espero volver a tenerte a mi lado;
ya no imagino un futuro juntos;
ya no...

Hoy prefiero agradecer por haber vivido junto a vos tantas cosas (lindas y no-tan-lindas) y por haber conocido a aquella hermosa personita.

Hoy te agradezco por ser parte de mi pasado.

(*) Nótese la ironía del título.